viernes, 11 de marzo de 2011


El Embalsamador de Jaime B. Rosa

En primer lugar aclarar que   el  planteamiento que hago de  mi comentario literario,     si bien toma como materia prima y referente principal el texto del autor, el “comentario” supone siempre una interpretación “traducción” efectuado desde la lengua del interprete y por ello no queda subordinado únicamente a las claves explicativas conscientes o inconscientes del autor, o a reflejar lo esencial del texto (en el supuesto que tuviera dicha esencia), sino que escribo desde la autonomía expresiva que confiere un particular modo de lectura asentado en la subjetividad del comentarista.
Para iniciar dicho comentario tomo como referente la disociación freudiana que se da en la elección de objeto del hombre siendo una de las condiciones en su relación con la mujer el hecho de ser esta representada bien como Madre (Virgen) o como Puta , pero con la dificultad de establecer esta convergencia en una misma mujer.
La novela “El Embalsamador”  tendría como un posible eje temático el planteamiento de esta escisión desde el punto de vista de los dos protagonistas principales como son el Padre Arsalu que destaca en Soledad, la protagonista femenina, el rasgo de encaminarla, “promocionarla” como prostituta y en la segunda parte el Artista, Margo Tejada, quién se decanta por “ensalzarla” a la condición de Virgen.
 El hilo conductor entre ambas historias viene dado por la investigación periodística-diarística que emprende Dobo Malta quién como buen y fiel  sabueso enamorado sigue el rastro de su amada con la esperanza de aún poderla encontrar con vida. El Amor (fallido)  que siente por Soledad le hace abrigar la ilusión del reencuentro,   que luego se verá  como un vano   intento por liberarla  de la esclavitud doble a la que ha quedado sometida. La novela nos conduce a la protagonista hacia un callejón sin salida  quedando emparedada entre perdida de libertad y degradación moral  por parte del P. Arsalu y la aniquilación real,  existencial y estética, en que se encuentra abocada por el delirante sadismo del Artista. 
En este recorrido que Soledad va realizando iniciándose como Prostituta y acabando como Virgen a pesar de sí misma,   quién únicamente la sostiene en este precario equilibrio de intentar hacer confluir ambos rasgos de ser amada y deseada al mismo tiempo, es Dobo al confluir en él las condiciones que podrían  redimirla de la explotación, humillación y sacarla del extravío moral y erótico en que está sumida. “En realidad me sentía indigna, tremendamente indigna,..y tenía miedo de dejarme arrastrar por el goce sin medida, por el goce sin descanso.. En el fondo carecía de ánimo para decirle que no deseaba continuar con él –el P. Arsalu-..pues a cada instante que transcurría me sentía más y más prisionera en la tenebrosa red que solapadamente el cura había sabido desplegar en torno a mi integridad moral” (pag.68) Dobo es quién reuniría las condiciones para   devolverle su dignidad y su libertad como mujer y como persona. Así la protagonista dice: “ le amaba y lo que de él me alentaba era que, a diferencia del resto de los hombres, era simple y llanamente la máscara de un deseo puro y duro por poseer el bello cuerpo de una puta, el siempre me había considerado y tratado, desde el primer momento, como mujer, como persona”. (pag. 110)
El Padre A. siguiendo el mito de Tótem y Tabú es el padre poseedor, gozador, de todas las mujeres, y en el mito freudiano si se despliega en su totalidad  pasa luego a ser  el padre que  es asesinado por la horda fraterna al quedar   excluidos de dicho goce.  A posteriori interiorizan la ley moral del incesto por lo cual acceden a una mujer fuera del clan endogámico perdiendo la madre como objeto primordial.
En este caso el Padre encarna el mito sólo en el primer momento en tanto padre gozador que hace excepción a la castración pero que lejos de privar, castrar a los hijos, se coloca en un lugar de Amo del goce, pero no tanto para prohibirlo sino para procurarlo, facilitarlo al resto del clan. El P. Arsalu propone como reino y república un proyecto utópico, una especie de “Arcadia edénica” asentada no tanto en la abolición de las clases sociales como en la liberación de todo freno posible al goce.  A diferencia de la ideología marxista, lo que en la cofradía del Pincho queda abolida es la desigualdad genealógica, la prohibición del incesto, haciendo posible el goce incestuoso entre todos los hermanos o cofrades  sin distinción de origen social ni lazo de parentesco. No es casual que el Padre, llegue a Soledad a través de la madre, o que Soledad llegue a Dobo (el hijo del Padre A) gracias  a  poseer el rasgo de ser el único hermano que reúne la cualidad de resultar tan atrayente como, a su pesar, prohibido.  
En este sentido lo que el Padre A. encarna es el superyo, no en su versión represora sino  en su acepción lacaniana de imperativo de goce. La filosofía que irradia esta mafiosa cofradía secreta y clandestina sería la de conceder a todos sus afiliados el derecho a gozar de las mujeres previamente  gozadas por el Padre. El poder carismático del padre como líder espiritual conlleva que tales prácticas perversas queden camufladas dentro del orden religioso que tal asociación representa para la bien pensante sociedad sevillana.
La cofradía, bajo su aspecto utópico, de propiciar el goce de sus afiliados, revela ser una banda de mafiosos, con una clara organización jerárquica en la que el Padre resulta ser el Presi protegido por un grupo de esbirros con los que tiene planificado un refugio y huida en caso de ser destapada la red de prostitución, verdadera  casa de lenocinio que subyace bajo la cofradía del Pincho.
Hablamos del Padre-Presi como jefe mafioso en cuanto que la red de prostitución esta tejida a partir de las mujeres aleccionadas en el desenfrenado  goce disfrazado con un envoltorio espiritual y cuya catequesis empieza por las madres y continua por las hijas. Es mafioso en cuanto hay ajuste de cuentas con los feligreses, de los que conociéndose sus vicios y faltas, o hasta delitos instigados por él mismo, están también sujetos a su dominio, control y santa voluntad del Jefe del clan.
En esta primera parte tenemos esta promoción de Soledad en tanto prostituta de lujo, así es como ella misma se autoidentifica, y si hubiera tenido una salida de esta estructura perversa en que estaba atrapada esta le vendría dada de su elección amorosa por un hombre determinado, un hombre al que ella esta segura de amar con independencia de que haya tenido o vaya a tener relación con más hombres. El hecho de que por la presión del Padre A. (y más aún por la propia interdicción del lazo incestuoso) lleva a Soledad a renegar de  su amor hacia Dobo. Así pues la ruptura traumática,  marca el fin de la primera parte. “Esta dura despedida me destrozo el alma” (pag. 119)
De este modo renunciando a tan íntimo deseo corta igualmente sus vínculos con el Padre A. y emprende una aparente liberación rompiendo la relación de dependencia que había marcado su infancia y adolescencia,  Libertad efímera  que se verá fatalmente truncada tras un breve periodo sin estar sometida a ningún Amo. Esta corta apertura en su vida trae consigo una independencia  vacía que  es rápidamente taponada al caer bajo el terrorífico y despiadado yugo del Artista.
La segunda parte es donde Soledad se encuentra sometida a los designios arbitrarios y tiránicos del Artista. Desde el  inicio ya se le exige  pasar por la prueba de seguir el ritual de permitir ser  secuestrada, en tanto se le hace ir con los ojos tapados al lugar donde tendrá que ejercer y posar  como modelo.
En esta relación destacaría dos ejes uno la Obra de arte como sublimación fallida y no creativa del artista y en segundo lugar como la escisión Virgen-Prostituta queda finalmente cortada, desgajada, potenciándose  el delirio homicida del artista hacia  la Virgen embalsamada que acaba sepultando  el gozoso cuerpo de la mujer-prostituta. La mortífera y atormentada “soledad” del Artista triunfa sobre  Soledad, disecada en lo que ésta tiene  de singular  belleza, secando a su vez , de un modo irreversible la creatividad del Artista.
Respecto de la Obra como sublimación fallida, la novela me ha traído como resonancia, la novela de H. Balzac “Una obra desconocida” no se si la referencia es exacta y tendría que retomarla nuevamente, pero en la lectura que recuerdo el Artista se afana en una obra perfecta donde el artificio de la obra ha de superar la realidad, de modo que la realidad se acabará pareciendo a la ficción artística. Finalmente la Obra largamente esperada  es el “mamarracho” de un artista que acaba deviniendo loco. No sé si lo que escribo se ajusta a la novela, pero lo que me importa destacar es como aquí el artista Margo Tejada, consagra su vida al Arte con mayúsculas como un modo de escapada de un duelo melancolizado que no ha podido superar, como así lo prueban sus momentos alucinatorios donde se impone la imagen de su mujer, Elisa, fallecida a consecuencia de su depresión tras un accidente con secuelas estéticas traumáticas.
Quiero decir que al estar planteada la sublimación artística como refugio, evasión, de un duelo imposible de realizar, la Obra aquí es resultado no tanto como representación de la belleza, (dones que Margo atesoraba en los bocetos y esculturas que deja como testimonio de su sensibilidad artística para captar, aprehender con delicadeza las hondas expresiones del alma) sino que por su propio empuje patológico se ve compelido a que la realidad, el modelo natural supere a la ficción.
La operación a la que recurre para elevar lo natural a la categoría de arte, es el embalsamamiento, pero si este parte de hacer de la naturaleza muerta (igual que el taxidermista) una obra de arte donde parezca, que el cuerpo sigue vivo. El Embalsamador, opera en sentido inverso convirtiéndose en este caso en un demente asesino pese  su fallida pretensión de querer ser Artista, ya que aspira a crear la Obra matando la naturaleza viva y deseante de Soledad.
Es en el momento de sostener la difícil dualidad que apuntaba al principio de hacer converger en una misma  mujer  esta doble cara, como virgen y como puta, cuando  la relación discurre, avanza hacia su trágico desenlace al romperse tan precario equilibrio.
El paso al acto homicida,  está gestándose desde el momento de la primera cita a ciegas, donde en verdad el reclamo no es tanto su condición de “modelo” sino el de ser convertida en una réplica exacta de la Virgen    con cuya Obra espera confirmar su identidad definitiva de Artista,
 Su Obra como así puede atestiguar Dobo “la vió más hermosa y llena de vida que nunca: sus ojos adorables volvieron a atesorar  miradas ardientes.. sus mejillas relucían de pasión y espiritualidad..sus nalgas de curvatura perfecta, su sexo espléndido y purpúreo”   “sin embargo, pasado el primer ímpetu, no pudo evitar pensar cuán inerte y espantosamente cadavérico e inexpresivo estaba aquel cuerpo, cual infausta imagen de museo de cera” (pag. 284)
La delirante Obra es fallida en tanto construida y edificada sobre la muerte, y lejos de ser expresión de vida hace retornar la muerte embalsamada. El Artista acaba reconociendo su propia falla y su propia indignidad moral y estética por cuanta su obra más lograda no es la Virgen, sino que es su acto suicida   “trenzado” en el rechazo de Soledad y en el retorno de  su real  soledad.                                                         
                                                                                  F. Javier Porro
                                                                                  Valencia 28-12-11                                                                  

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